Pocas veces nos hacemos eco en el blog de los contínuos artículos y estudios que tratan de encontrar o incluso dicen haber encontrado la causa del autismo: ver demasiada televisión, las radiaciones de telefonía, las neuronas espejo, la deficiente poda neuronal, un grupo de genes, la intoxicación por metales pesados, etc.
Hoy traemos uno que aunque no dice que se haya encontrado la causa del autismo, sí nos dice que hay una correlación entre la fiebre alta y la mejora del comportamiento y otras funciones en sujetos con diagnóstico de autismo. Mejoría que en algunos casos denominan mejoría dramática, cambios en el niño de tanta intensidad que pueden hacer emocionarse a los que observan ese cambio.
( Ver http://pediatrics.aappublications.org/cgi/content/abstract/120/6/e1386)Según Zimmerman, aunque en la actualidad no existe un tratamiento médico definitivo, la terapia de lenguaje y expresión, iniciada tan pronto como sea posible después del diagnóstico, "puede ser significativamente importante".
Hace tiempo quería escribir sobre un tema que no se trata demasiado y que tiene relación con el artículo anterior. Es sabido que hay niños con diagnóstico de autismo que hablan mediante lenguaje ecolálico y luego, mediante la terapia adecuada, acaban produciendo lenguaje original que no es copia de una muestra de habla ajena previamente oída y memorizada, sino lenguaje basado en la selección de palabras y en la aplicación de reglas generales de formulación sintáctica que transmiten de modo flexible pensamientos recién creados. Esto puede considerarse una variable del fenómeno a que hacemos alusión. Si la fiebre y la terapia del lenguaje son capaces de provocar cambios significativos en el sujeto con diagnóstico de autismo, en otros no produce esos cambios y en otros produce cambios dramáticos, será conveniente ver de cerca cuál sea la causa de distintos resultados para idénticos tratamientos o para idénticas alteraciones transitorias.
Hace tiempo quería escribir sobre un tema que no se trata demasiado y que tiene relación con el artículo anterior. Es sabido que hay niños con diagnóstico de autismo que hablan mediante lenguaje ecolálico y luego, mediante la terapia adecuada, acaban produciendo lenguaje original que no es copia de una muestra de habla ajena previamente oída y memorizada, sino lenguaje basado en la selección de palabras y en la aplicación de reglas generales de formulación sintáctica que transmiten de modo flexible pensamientos recién creados. Esto puede considerarse una variable del fenómeno a que hacemos alusión. Si la fiebre y la terapia del lenguaje son capaces de provocar cambios significativos en el sujeto con diagnóstico de autismo, en otros no produce esos cambios y en otros produce cambios dramáticos, será conveniente ver de cerca cuál sea la causa de distintos resultados para idénticos tratamientos o para idénticas alteraciones transitorias.
Hay aún otro fenómeno que necesita explicación y es la rapidez con que la fiebre hace su efecto en la mejora de los síntomas:
The rapid behavioral changes that are reported during fever in ASDs suggest that dysfunctional neural networks in ASDs might be nascent and potentially intact, and understanding the reasons for improvement during fever might provide insight to the neurobiological basis of ASDs.
Los rápidos cambios de comportamiento que se presentan durante la fiebre en los ASD sugieren que la disfunción de redes neuronales en ASD podría estar incipiente y potencialmente intactos, y el entendimiento de las razones de mejora durante la fiebre podría arrojar cierta luz a la base neurobiológica de la ASD.
A.R. Luria indicó la necesidad de hacer una distinción entre la perturbación permanente de los sistemas funcionales y la inhibición temporal de dichos sistemas.
Pero hay algo aún más interesante y que puede explicar muchos fenómenos observables sobre el estilo de aprendizaje de los niños con diagnóstico de autismo y que para la terapia es fundamental. Nos referimos a la distinción entre las alteraciones funcionales que están en la base del autismo y las reacciones secundarias de la personalidad del niño a la alteración en cuestión. Ya hemos visto en el blog que resulta relativamente sencillo y que puede hacerse en pocas semanas desbloquear algunas de esas reacciones secundarias que impiden, por ejemplo, la comunicación del adulto con el niño ( Ver Autismo y "monólogos interminables que no interesan a nadie". ). Casi siempre los padres descubren por primera vez el mundo de su propio hijo y pueden observar que las funciones psicológicas de su propio hijo habían evolucionado y mejorado lo suficiente como para causarle una inicial y grata sorpresa. Ese avance sigiloso de las funciones psicológocas habíann quedado ocultas a la observación paterna por esas reacciones secundarias de la personalidad del niño. Creemos que eso es lo que hace la fiebre. Dejar al descubierto ese progreso sigiloso, pero no causarlo de modo inmediato, en el sentido de que la fiebre comenzara a llenar de repente de ciencia infusa al niño.
A.R. Luria, al hablar de los componentes funcionales de la afasia traumática señala, entre otros, el siguiente factor en los trastornos del habla: el síndrome de sordomudez por posconmoción reactiva. No pretendemos decir que este síndrome sea el síndrome del autismo, pero no podemos dejar de notar ciertas semejanzas con lo que ocurre a muchos niños autistas. Por eso queremos hacer estos comentarios.
" Esta perturbación ha sido tratada con todo detalle en la literatura soviética por V. A. Garilovsky, G. V. Gersuni, L. B. Perelman y otros. Característicamente, sólo es ocasionado por los tipos de traumatismo observdos durante la guerra; frecuentemente acompaña a las afasias traumáticas típicas, confiriéndoles mayor gravedad. Con mucha menos frecuencia puede producir trastornos pseudoafásicos y crear dificultades considerables en lo que al diagnóstico respecta.
La guerra moderna, al mantener a los soldados bajo una tensión emocional excepcional y exponerlos a una estimulación sonora muy intensa, crea las condiciones de la aparición de las formas especilales de la inhibición protectora. Esta se inicia siempre que una u otro área sufre un traumatismo directo. Los mecanismos fisiológicos de la inhibición protectora fueron estudiados con detalle por la escuela de Pavlov y sometidos a escrupulosas investigaciones posteriores por M. K. Petrova, F.M. Majorov, E. A. Asratjan y otros. En algunos casos no va más allá de una reacción parcial del sistema dañado. En otros casos, especialmente en los que el traumatismo es infligido a personalidades con sistemas nerviosos inestables, la inhibición protectora se convierte en una forma de reacción protectora. Los umbrales sensoriales se elevan considerablemente, los sistemas motores entran en un estado de excitación tónica, la función perturbada cesa durante un prolongado período, y la persona, en efecto, se aísla del entorno traumatizante.
La reacción inhibitoria protectora puede adoptar formas diferentes. En algunos casos puede producir una catatonía o una pseudoparesia prolongadas que a menudo surgen durante la convalecencia a partir de un estado de extrema excitación motora. En otros casos puede tomar la forma de una anestesia funcional o de una sordera posconmocional con una pronunciada elevación de los umbrales a todos los tipos de stimulación. Observaciones especiales revelaron que estas formas de reacción protectora pueden conducir a la completa detención de las funciones que ya fueron perturbadas por el traumatismo. Ello acarrea una situación en que las alteraciones observadas con posterioridad no se deben al mismo trauma, pero que son el resultado de reacciones secundarias de la personalidad al traumatismo en cuestión.
Ya que el barotrauma y una extrema estimulación sonora intensa son muy comunes en la guerra moderna, esta suspensión dinámica de la función con mucha frecuencia reviste el carácter de la sordomudez posconmocional reactiva. En estos casos las conmociones leves que afectan primariamente al sistema auditivo producen una sordera temporal, y la inhibición protectora provoca la fijación de esta deficiencia durante un largo perío de tiempo. G. V. Gersuni mostró que la fijación del déficit va acompañada por una elevación de los umbrales de todos los principales tipos de sensación y por una transferencia de la función a un nivel subsensorial. En estas condiciones los estímulos auditivos siguen provocando reacciones vegetativas y periféricas objetivamente registrables, pero dejan de entrar en la conciencia. Las observaciones hechas por una serie de autores como L. B. Perelman mostraron que la suspensión de la función pueden durar varios meses si no se la trata clínicamente. Por otra parte, mediante formas apropiadas de tratamiento psicoterapéutico, puede desaparecer en el espacio de unos días.
Por regla general, la sordomudez por conmoción reactiva se caracteriza por una suspensión a largo plazo de la audición y de las funciones verbales relacionadas con la audición. Sigue a la conmoción producida por la onda expansiva del estallido de una bomba, y no es preciso que vaya acompañada por ninguna clase de herida craneal o síntomas orgánicos locales. Esta sordomudez difiere radicalmente de la afasia por cuanto en este caso no se produce una perturbación del habla como proceso simbólico, sino simplemente una suspensión de la fonación y de la facultad de oír. Como consecuencia de ello, los pacientes que son incapaces de oír o de hablar conservan la facultad de comunicarse por escrito. Leen sin dificultad y escriben sin cometer errores.
En algunos casos, la sordomudez por posconmoción reactiva se da en conjunción con trastornos afásicos primarios. En tales casos, convierte las formas usuales de afassia traumática en complejas "mezclas", complementando los síndromes afásicos y prolongando drásticamente el período preciso para el restablecimiento del habla.
Durante la guerra, M. S. Lebedinskij, D. M Smelkin y otros observaron repetidamente casos de afasia primaria complicados por una suspensión secundaria del habla. Nosotros la hallamos con mucha frecuencia en el período incial después de la herida. Cualquier tentativa de rehabilitar el habla de tales pacientes durante las tres o cuatro primeras semanas después de la herida tropezó con una cierta resistencia. Los pacientes evitaban hacer uso incluso de aquellas funciones verbales que les restaban. En algunos casos raros (menos del 5-6 % de nuestros pacientes), la susensión del habla podía durar varios meses y ello hacía que una afasia leve pareciera extremadamente grave. Algunas veces el trastorno se manifestaba a través de un mutismo total que podía ser tomado equivocadamente como una afasia motora total; a veces revestía el carácter de tartajeos o de búsqueda de palabras simulando así un síndrome afásico mnésico. En todos los casos el síndrome entero reflejaba la fijación secundaria de los efectos afásicos iniciales. A veces los trastornos primarios resultaron ser mucho menos importantes de lo previsto, y una vez que la técnica psicoterápica conseguía superar la suspensión secundaria de las funciones del habla, se observaba que el déficit de la actividad verbal había experimentado ya una considerable mejoría. Quedó claro que la fijación del déficit había enmascarado la recuperación espontánea de la función. "
Es posible que el efecto de la fiebre actúe suspendiendo las reacciones secundarias que fijan el déficit, dejando al descubierto el progreso de la actividad verbal promovido por una vía subsensorial, y por la capacidad de lectura y escritura como sistema puro de transcripción donde la conciencia del niño juega un papel distinto al de los procesos de lectura y escritura de niños con desarrollo típico.
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FEVER (FIEBRE) Muppet Shaw Moreno and animal
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