sábado, junio 07, 2008

Londres 2008: Investigaciones recientes y disertaciones sobre autismo.


Ya son accesibles documentos expuestos en la última conferencia internacional sobre investigación sobre el autismo. Afortunadamente los congresos recientes están transcurriendo sobre estudios científicos abandonando toda aquella verborrea sobre la Teoría de la mente, que trataba de relacionar el conjunto de comportamientos descritos en el DSM-IV-TR, basados en la triada de Wing, bien con una única área del córtex cerebral o con alguna exclusiva estructura subcortical. Este reduccionismo teórico se extendió a buscar esa única causa en otros factores, bien un gen, un determinado neurotransmisor, un único y determinado agente externo, o una única y singular configuración sensorial o cognitiva. Se olvidaba así que en el desarrollo de las funciones psicológicas superiores éstas se forman en el marco de los métodos para su desarrollo y en las adaptaciones que el niño hace para acercarse al dominio del mundo de los objetos y de su propio mundo. Pero el mundo donde vive el niño tiene una configuración precisa, cuyos caracteres puramente físicos, como el tiempo y el espacio, y la determinada cultura que le ha tocado vivir, van a obligarlo a realizar un esfuerzo para adaptarse. En ocasiones, el medio físico o cultural, es mas propicio, o menos, para que el niño alcance con éxito su objetivo. Pongamos un ejemplo. Es frecuente observar niños con diagnóstico de autismo, o sin ese diagnóstico, que tienen una marcha errática a determinadas edades, un impulso irresistible a caminar, por excitación de los centros nerviosos que propician esa conducta. En nuestra cultura, urbana, casi todas las superficies por donde caminamos son llanas y permiten apoyar de modo sencillo la planta del pie. Un niño con ese andar errático encontrará poca oposición a esa tendencia en ese medio físico. Sin embargo, si lo llevamos a caminar a un monte con suelo pedregoso e inclinado, el medio impedirá que el niño manifieste con igual facilidad esa tendencia. Debe andar, claro, fuera de los senderos del monte. El medio obligará al niño a reflexionar sobre el sentido de sus movimientos, pues habrá de calcular en cada momento dónde ha de colocar el pie en cada paso, si no quiere caerse. Con ello no habremos conseguido aún que dirija sus pasos a una determinada y rara especie botánica, o que pretenda alcanzar un lugar desde donde tendrá una bella vista del valle, pero le estaremos induciendo a que el centro regulador de su marcha cambie, pues ahora habrá de incorporar a la estructura psicológica de su modo de caminar previo, tanto el analizador visual que ha de ir explorando continuamente el suelo, como un estado de alerta mayor para no caer. Habrá de aprender a anticipar dónde debe colocar el pie. Esto es ya un ejercicio de autocontrol de su propia marcha, que el medio físico ha contribuido a modificar. Si no le hemos brindado ese entrenamiento no podemos saber de qué modo afectará esa nueva experiencia a su estilo errático. Esta modificación del medio físico donde transcurre la marcha es mucho más efectivo que esperar a que el niño modifique su estilo errático con el paso del tiempo, pues ello equivale a que no estamos haciendo absolutamente nada para modificar el estado de cosas que tenemos ante nuestros ojos. El instrumento para modificar el centro nervioso de la marcha es proporcionar al niño una nueva relación con el medio físico, que en este caso es andar sobre un medio físico completamente distinto. Cuando se dice, por ejemplo, y así aparece en muchos carteles que ilustran los principales comportamientos comunes a niños con diagnóstico de autismo, que éstos no perciben determinados peligros, como el de cruzar una calle con tránsito de vehículos, lo que en realidad se está describiendo es que el sentido de la marcha no es capaz de ser inhibido por la instrucción verbal previa de la madre " no cruces la calle sin mirar". Hay niños sin autismo que olvidan también ese consejo cuando corren tras una pelota que va hacia la carretera. En este último caso, es una acción plenamente consciente y con sentido, alcanzar la pelota, la que hace incurrir al niño en olvidar el mismo consejo. Si se observan bien, ambas conductas, son muy similares.
Pueden acceder al congreso de Londres en:

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