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Retomando el lema que la escuela psicoanalista lacaniana nos hizo conocer, évaluer tue, evaluar mata, y que procedía de acontecimientos de la vecina Francia, dejamos a nuestros lectores copia de una noticia tomada del periódico español ABC. No crean que esto ha dejado de ser un blog sobre autismo. Al contrario, quiero tener bien informados a todos mis lectores sobre qué es lo que pasa con el autismo. Incluso es posible que muchos de los autores y revisores externos de la Guía de práctica clínica para el manejo de pacientes con trastornos del espectro autista, recién presentada por Guía Salud, se hayan preguntado qué hace la compañía de telecomunicaciones Orange, filial de France Télécom, en una Guía de autismo, si es que aún hay alguno que no lo sepa.
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Orange aparece en la Guía citada múltiples veces, directa o indirectamente, a través de enlaces a páginas web (Ver Anexo 9 Información para padres tras un diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA) . Recursos multimedia.) y he tratado de comprender qué sentido tenía esa circunstancia excepcional, pues no comprendía qué papel podía tener en una Guía clínica de esa naturaleza una presencia tan tenaz de una compañía de telecomunicaciones, y si eso era una casualidad, un acto de filantropía puro o si, además, había algo más, pues las casualidades y la filantropía pueden servir para otras cosas añadidas. Pero a eso nos referiremos en un próximo artículo.
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Quiero pensar que lo último que vieron las personas de France Télecom que decidieron quitarse la vida fué algún recuerdo feliz de su niñez o el rostro querido de sus seres amados. A ellos, y a sus familias y amigos les dedico un recuerdo solidario. Me quedo como el que tira un mensaje dentro de una botella al mar, sabiendo que las esperanzas perdidas a veces vuelven como esperanzas cumplidas. Espero que este mensaje de condolencia llegue a su destino.
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Tomado del periódico ABC (<---pinchar)
.«Suicídese, s'il vous plaît!» (¡ Suicídese, por favor !): así titula la revista Vanity Fair un reportaje en su última edición en el que se destapa a quién se beneficia de los suicidios en la compañía francesa France Télécom.
A través de múltiples entrevistas a empleados, miembros sindicales y directivos, la periodista va desentrañando el misterio de los 25 suicidios y los 15 intentos más en año y medio. Y es que, los directivos se propusieron el objetivo de recortar personal para reducir costes: como muchos eran funcionarios, había que conseguir que se fueran por su propio pie.
Relatos macabros de los suicidios como que una empleada conversó con un compañero durante una hora hasta que se dejó arrollar por un tren, algo que ella también escuchó o que otro trabajador de France Télécom se ahorcó con un cable de teléfono, se combinan con los datos más escandalosos sobre las muertes y depresiones masivas en la empresa: en 2008 los 100.000 trabajadores sumaron 2 millones de días de baja por enfermedad al año, entre un 15 y un 40% del sueldo de los directivos dependía de su capacidad para desmotivar y provocar que los empleados abandonasen la compañía y así hasta configurar incluso el perfil del suicida: varón, funcionario, de entre 50 y 60 años.
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A través de múltiples entrevistas a empleados, miembros sindicales y directivos, la periodista va desentrañando el misterio de los 25 suicidios y los 15 intentos más en año y medio. Y es que, los directivos se propusieron el objetivo de recortar personal para reducir costes: como muchos eran funcionarios, había que conseguir que se fueran por su propio pie.
Relatos macabros de los suicidios como que una empleada conversó con un compañero durante una hora hasta que se dejó arrollar por un tren, algo que ella también escuchó o que otro trabajador de France Télécom se ahorcó con un cable de teléfono, se combinan con los datos más escandalosos sobre las muertes y depresiones masivas en la empresa: en 2008 los 100.000 trabajadores sumaron 2 millones de días de baja por enfermedad al año, entre un 15 y un 40% del sueldo de los directivos dependía de su capacidad para desmotivar y provocar que los empleados abandonasen la compañía y así hasta configurar incluso el perfil del suicida: varón, funcionario, de entre 50 y 60 años.
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Los métodos para promover las bajas eran espeluznantes: movilizar a la gente de puesto de trabajo, de oficina y de ciudad varias veces sin motivo, pasar a un informático a «marketing» y un técnico a teleoperador eran los más suaves. Las declaraciones cortan la respiración: «Cada mañana, en el camino que me llevaba de casa al trabajo, lloraba»; «Los funcionarios no pueden perder su trabajo, pero les podemos exigir que hagan lo que sea donde sea. A los que tienen contrato, no podemos pedirles que hagan cualquier cosa en cualquier lugar. ¡Pero los podemos despedir!»; «Yo he visto cómo un director, en público, apuntaba con el dedo a una persona y decía: "Por su culpa no habéis alcanzado la prima". ¡Imagínate! ¡Todo el mundo estaba en contra suya!».
.Y es que, no sólo los directivos ganaban más si conseguían más bajas de funcionarios y despedían a más gente, sino que el salario de los trabajadores también dependía de lo que vendieran en términos extremos, tanto es así que en las oficinas aparecía serigrafiado «Una llamada, una venta». De hecho, por vender poco, por levantarse mucho al baño o irse un minuto antes del puesto, un empleado recibía amonestaciones graves o retirada de una parte del salario.
Pero France Télécom, mientras, facturaba 53.000 millones de euros en 2008 y negaba rotundamente estas acusaciones, hasta llegar a escuchar el siniestro argumento del responsable de Recursos Humanos de la compañía: «La cantidad de suicidios no ha aumentado estos años. Le recuerdo que en el 2008 hubo 28 casos y en el 2009, 29».
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Pero France Télécom, mientras, facturaba 53.000 millones de euros en 2008 y negaba rotundamente estas acusaciones, hasta llegar a escuchar el siniestro argumento del responsable de Recursos Humanos de la compañía: «La cantidad de suicidios no ha aumentado estos años. Le recuerdo que en el 2008 hubo 28 casos y en el 2009, 29».
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Sin embargo, en septiembre de 2009 saltó el último escándalo, en el que un trabajador dejó una carta acusando directamente a France Télécom de su muerte: saltaron las alarmas, Sarkozy presionó a la compañía de la que el gobierno francés participa en un 26% y se decidió destinar medio millón de euros a analizar los problemas de los trabajadores y han confiado en Jean-Claude Delgenes para «crear un buen ambiente de trabajo», 12 años después de que esta locura comenzase cuando se inició la privatización de France Télécom, locura que consiguió un recorte de 30.000 empleados y el cierre de una de cada tres sedes en cinco años.
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