miércoles, agosto 30, 2006

El autismo NO está en el cerebro. II

Para seguir avanzando en la discusión del estudio de la Dra. Minshew debemos hacer otras consideraciones previas relativas a los conceptos de "localización" , "síntoma" , y a las leyes que gobiernan el trabajo del cerebro:
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"La estructura sistémica de los procesos psicológicos superiores obliga a una revisión radical de las ideas clásicas sobre su "localización" en el córtex cerebral. Por consiguiente nuestra misión no es "localizar" los procesos psicológicos superiores del hombre en áreas limitadas del córtex, sino averiguar, mediante un cuidadoso análisis, qué grupos de zonas de trabajo concertado del cerebro son responsables de la ejecución de la actividad mental compleja; qué contribución aporta cada una de estas zonas al sistema funcional complejo; y cómo cambia la relación entre estas partes de trabajo concertado del cerebro en la realización de la actividad mental compleja, en las distintas etapas de su desarrollo." (A.R.Luria ) . Cuando A.R.Luria escribía ésto aún no se habían desarrollado la mayoría de las modernas técnicas de neuroimagen, técnicas no invasivas, que permiten observar imágenes del cerebro. Una explicación sobre esas técnicas, sus límites y posibilidades pueden consultarse en el capítulo 2, "Localización de la función en neurología de la conducta" , redactado por Andrew Kertesz, FRCPC , Departamento de Ciencias Neurológicas Clínicas, Universidad de Western Ontario, St. Joseph's Health Centre, Londres, Canadá , del excelente Curso de Neurología de la Conducta y Demencias que recomendamos a nuestros lectores, https://masters.oaid.uab.es/nnc/html/entidades/web/home/home.html . Este Curso forma parte de un Máster en Neurología dirgido por el Dr.Jordi Peña-Casanova, cuya página ya hemos recomendado en este blog , http://www.neuro-cog.com/luria9.htm ) .
El método de A.R.Luria para establecer su teoría general sobre el funcionamiento del cerebro, consistió en la identificación de áreas esenciales , mediante un doble procedimiento: a) estudio psicológico del paciente y b) superposición de lesiones traumáticas con semejante localización.
Aunque cada paciente, como no podía ser de otra forma, tenía un comportamiento psicológico único, y aunque no hay dos lesiones idénticas, sí pudo establecer que ciertos subconjuntos de síntomas psicológicos eran compartidos cuando la lesión traumática estaba sobre la misma área del córtex cerebral. A su vez observó que lesiones en áreas distantes del cerebro podían destruir el mismo sistema funcional. De ese modo obtuvo aquellas áreas, que aunque relativamente distantes entre sí pertenecían o aportaban su contribución a un único sistema funcional. Observó también que una lesión cerebral no afectaba a un único sistema funcional, sino que podía afectar a sistemas funcionales muy distintos, por ejemplo, lesiones en zonas parieto-occipitales podían afectar a la resolución de operaciones aritméticas y a su vez, afectaban la comprensión del lenguaje. Esto le obligaba a tratar de comprender y explicar qué relación pueden tener esas dos tareas, la aritmética y la comprensión del lenguaje. La necesidad de profundizar en el estudio psicológico de esos dos procesos lo llevaba a descubrir, que no era la comprensión de todos los enunciados verbales la que estaba alterada, sino sólo aquellos enunciados verbales, que bajo la capa de las preposiciones y verbos, transmiten significados relativos a la disposición en el espacio, a movimientos orientados, y a relaciones; p.ej.: Vengo de casa del hermano de Juan. ( Puede confundir "vengo" con "voy" (orientación del movimiento) , o interpretar que "va a casa de Juan" por no entender el significado que encierra la expresión "del hermano de Juan" , significado que para extraerse debe hacerse mediante la oposición de los valores preposicionales a/de , y de la no reversibilidad de las expresiones "del hermano de Juan" / "de Juan del hermano" ) . Descubría así la relación oculta que vincula las relaciones aritméticas, o la solución de problemas elementales, con ciertas áreas del lenguaje, las que incluyen relaciones espaciales formuladas con el auxilio de preposiciones y por otros medios. Así, que su método dialéctico, iba de la lesión a la función psicológica, y cuando las afectadas eran varias funciones mentales complejas, debía profundizar en la estructura interna de esas funciones mentales complejas, para encontrar subprocesos psicológicos comunes, lo que le permitía afinar en la naturaleza de la específica contribución de la zona lesionada a distintos sistemas funcionales complejos, aislando cada vez con mayor nitidez, la naturaleza funcional del córtex cerebral, y con mayor profundidad la estructura psicológica de los distintos sistemas funcionales, descubriendo sus íntimas y ocultas relaciones, bien porque compartieran la contribución de una o más áreas, o bien , cuando una lesión afectaba a uno o varios sistemas funcionales, pero no a otro, establecer que éste último no compartía ninguna área de trabajo con los otros sistemas afectados. El movimiento dialéctico iba ahora de la función psicológica a la lesión, pero en ese movimiento dialéctico se esclarecía, por un lado, con mayor precisión el carácter o contribución del área a los sistemas funcioanles complejos, y por otro lado, se profundizaba en el análisis de la estructura interna de los procesos psicológicos. Así que el método de trabajo de A.R.Luria no era solamente lesional, sino intensamente psicológico. La experiencia en lesiones cerebrales se la dió su trabajo con heridos de bala en la cabeza, durante la II Guerra Mundial, y su guía para el análisis psicológico se la dió la obra de Vygotsky, deuda que reconoció expresamente Luria diciendo que toda su obra no era sino el desarrollo de las teorías psicológicas de aquél.
Este modo de proceder de A.R. Luria no tiene nada que ver con la divulgación desmejorada de su obra y la aparición de tests que, junto al resultado de alguna de las pruebas que utilizaba A.R.Luria en la exploración de las funciones psicológicas superiores de sus pacientes, aparece algo así como: "si fracasa en esta prueba hay lesión en tal o cual zona cerebral."
Sigue diciendo A.R.Luria:
" Una alteración de la sensación general debe indicar siempre una lesión del giro postcentral, de sus tractos, del mismo modo que una lesión de la retina, de los tractos ópticos o del córtex visual. En tales casos identificar el síntoma significa obtener información concreta para el diagnóstico tópico de la lesión, y, a partir de aquí, a la localización de la función en el sistema nervioso. Es un asunto completamente diferente en casos donde procesos mentales superiores están alterados en pacientes con lesiones locales del cerebro.
Si la actividad mental es un sistema funcional complejo, que involucra la participación de un grupo de áreas del córtex que trabajan concertadamente ( y algunas veces, áreas del cerebro muy distantes ), una lesión de cada una de estas zonas o áreas puede conducir a la desintegración de todo el sistema funcional, y de este modo el síntoma o pérdida de una función particular no nos dice nada sobre su "localización".
Para poder progresar desde el establecimiento del síntoma (pérdida de una función dada) hasta la localización de la actividad mental correspondiente, queda aún mucho camino por recorrer. Su parte más importante es el detallado análisis psicológico de la estructura de la enfermedad y la elucidación de las causas inmediats del colapso del sistema funcional, o, en otras palabras, una cualificación detallada del sistema observado.
Vamos a clarificar esto con un ejemplo. En el cuadro clínico de lesiones locales del cerebro un síntoma observado muy frecuentemente es la apraxia, ( Ver https://masters.oaid.uab.es/nnc/html/entidades/web/06cap/c06.html ) cuando el paciente es incapaz de manipular objetos en ciertas ocasiones. En la neurología clásica era suficiente concluir que la lesión estaba localizada en la región parietal inferior, considerada como "el centro para la praxis compleja", o, si la apraxia tomaba la forma de dificultad en ejecutar un esquema de movimiento claramente representado, era una lesión localizada en áreas del córtex antepuestas a esta región. Nada puede ser más erróneo que tal idea y tal intento para "localizar" el síntoma de apraxia ( y consecuentemente la función de la "praxis" ) en un área estricta del córtex."
Resumiendo, A.R. Luria continúa diciendo que cualquier movimiento voluntario manipulativo, ejecutado por medio de las manos, es un sistema funcional complejo que requiere:
1º. Aferentización cinéstésica, es decir que el cerebro reciba información del tono muscular e información de la posición de las articulaciones; esa información debe ser recibida e integrada por las áreas sensoriales generales en el córtex postcentral, pues en caso de que no sea así, el movimiento pierde su base aferente y los impulsos efectores que pasan del cerebro a los músculos quedan virtualmente incontrolados.
Incluso lesiones relativamente leves del córtex postcentral pueden conducir a una forma distintiva de "apraxia cinestésica", basada en la alteración para ejecutar movimientos sutilmente diferenciados, incluyendo la incapacidad para situar la mano en la posición necesaria para la acción manipulativa que se pretende ejecutar.
2º. Aferentización viso-espacial, que informa sobre el movimiento o la manipulación en el espacio tridimensional y sus tres ejes coordenados, sagital, horizontal y vertical. La aferentización y síntesis es ejecutada por las zonas terciarias de la región parieto-occipital del córtex, que recibe impulsos del sistema vestibular, del sistema visual y del sistema de información sensorial cinestésico cutáneo. Se manifiesta porque no puede dar a la mano ejecutante su necesaria posición espacial; puede tener dificultad en hacer la cama y, a menudo, en vez de poner la manta a lo largo la pone a lo ancho; no puede mantener el tenedor que sostiene en la dirección debida, moviéndolo vertricalmente en vez de horizontalmente, no puede golpear un objeto en movimiento, etc.
3º. Organización cinética del movimiento. Las dos condiciones anteriores no son suficientes para la formación de un hábito motor, formado por una cadena de movimientos consecutivos, cada uno de los cuales debe ser denervado para permitir que el siguiente se lleve a cabo. En las etapas iniciales para la formación de un hábito motor elemental, cada elemento motor requiere su propio y particular impulso aislado y depende de los ganglios basales, mientras que en las últimas etapas de la formación de hábitos motores complejos depende de las áreas premotoras del córtex.
(Nota de Eduardo.- Hay niños en los que puede observarse, simultáneamente, dos tipos de letras marcadamente distintas, en actividades de copia, una ejecutada como una melodía cinética, con un sólo trazo fluido; mientras que en el otro tipo de letra cada trazo de la letra recibe un impulso aislado. )
4º. Indemnidad de la capacidad de realizar movimientos voluntarios intencionados. Las intenciones, deben plasmarse en la ejecución efectiva de los movimientos pretendidos. Lesiones masivas del córtex frontal pueden conducir a "apraxia de la acción dirigida a un fin", y consiste generalmente en la incapacidad del paciente de subordinar sus movimientos a la intención expresada verbalmente, conduce a la desintegración de los programa organizados y se reemplaza una acción encaminada a un fin, racional, por la repetición ecopráxica de los movimientos del paciente o por estereotipos inertes. Ante una instrucción del tipo "Cuando yo levante el dedo, Vd. debe levantar el puño, y cuando yo levante el puño, debe levantar el dedo ",
y aún cuando el paciente comprende y puede repetir la instrucción , en seguida comienza a imitar el gesto del examinador, no pudiendo guiarse por la instrucción verbal, a pesar de que la recuerda durante todo el experimento. No puede someter su acción a su sistema verbal.
El movimiento voluntario (praxis) es un sistema funcional complejo que depende del trabajo concertado de todo un grupo de zonas corticales y subcorticales, cada una de las cuales aporta su particular contribución para la realización del movimiento, y aporta su propio, y característico, factor a esa estructura general.
La labor del investigador es estudiar la estructura de los defectos observados y cualificar los síntomas. El concepto de localización de un "foco" , no coincide con el de localización de una "función" y antes de que el método de lesiones locales del cerebro pueda utilizarse para extraer conclusiones relativas a la localización de una función, o, más exactamente, a la organización cerebral de un sistema funcional, el síndrome de los cambios en la conducta que aparecen en lesiones locales del cerebro, debe ser sometido a un análisis estructural complejo, que es la base del método neurofisiológico de investigación.
Cada lesión de un foco local, da lugar a una doble disociación, alterando unos sistemas funcionales y dejando indemnes otros. Esto permite distinguir entre procesos psicológicos aparentemente idénticos, y encontrar factores compartidos en procesos psicológicos aparentemente diferentes; por ejemplo, la audición musical y la audición verbal pueden parecer dos versiones distintas del mismo proceso, y sin embargo una lesión en ciertas partes de la zona temporal izquierda afecta gravemente a la audición del lenguaje y sin embargo deja indemne la audición musical. Ya pusimos antes el ejemplo de dos procesos mentales, aparentemente sin nada en común, resolución de problemas elementales de aritmética y comprensión de ciertos enunciados del lenguaje, y que sin embargo se ven afectados simultáneamente cuando hay lesiones en la zona parieto-occipital ( o parietal inferior ) del hemisferio izquierdo.
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En cuanto a "localizar" la base neurológica, perfectamente delimitada, de una función psicológica superior alterada o de esa misma función indemne, es una tarea, hasta ahora imposible de lograr. Esta dificultad existe por variadas razones, de las que vamos a citar algunas. Una de ellas es "el principio de localización dinámico de las funciones psicológicas superiores" de Vygotsky, y de ciertas leyes básicas, según A.R.Luria, que gobiernan la estructura de trabajo de las regiones corticales individuales que componen la segunda unidad cerebral y que también se aplican a la tercera unidad funcional (según A.R.Luria el cerebro se divide en tres grandes unidades funcionales; la primera sirve para regular el tono o vigilia; la segunda para obtener, procesar y almacenar la información y la tercera para programar, regular y verificar la actividad mental ) . ( Ver www.wanprc.org/luria/ para observar distintas zonas corticales de la segunda y tercera unidad del cerebro, en el hemisferio izquierdo ) . La segunda unidad funcional del cerebro ocupa las regiones laterales del neocórtex, en la superficie convexa de los hemisferios, de los que ocupa las regiones posteriores, incluyendo las regiónes visual (occipital), auditiva (temporal) y sensorial general (parietal).
La primera de esas leyes básicas es la ley de la estructura jerárquica de las zonas corticales.
La segunda unidad funcional tiene distintas zonas corticales. Cada una de esas zonas corticales, a su vez se divide en zonas primarias, secundarias y terciarias, que realizan síntesis cada vez más complejas de la información aferente. Las relaciones entre esas zonas primarias, secundarias y terciarias, no permanece constante, sino que cambian en el curso del desarrollo ontogénico.
Córtex visual ( occipital ).
Área visual primaria: área 17 de Brodmann.
Área visual secundaria: áreas 18 y 19 de Brodmann.
Córtex auditivo ( temporal )
Área auditiva primaria: área 41.
Área auditiva secundaria: área 22 y parte de la 21.
Córtex sensorial general ( parietal )
Área sensorial primaria: área 3 .
Área sensorial secundaria: áreas 1, 2 y 5 y parte de la 40.
Cada una de estas tres regiones, corresponden a cada uno de los tres sentidos de la visión, la audición y el tacto, y se solapan en las zonas terciarias de estas regiones posteriores del cerebro.
Áreas terciarias ( occipito-témporo-parietal)
Áreas 5, 7, 39 y 40 ( las zonas superior e inferior de la zona parietal )
Área 21 ( zona temporal)
Áreas 37 y 39 ( región témporo-occipital )
Las funciones de estas estructuras terciarias son de tres clases, 1) recepción de la información , 2) codificación de la información: a) la integración de la excitación que llega de cada uno de los analizadores sensoriales, b) organización espacial de impulsos discretos de excitación, c) síntesis de estímulos sucesivos transformándolos en grupos simultáneamente procesados, d) conversión de la percepción concreta en pensamiento abstracto, e) memorización de la experiencia organizada, e) transición de las síntesis directas representadas visualmente hacia niveles superiores de procesos simbólicos: e1 ) operaciones con estructuras gramaticales de significado abstracto destinadas a la transmisión de información sobre relaciones, que no pueden representarse inmediatamente por una imagen visual concreta, e2) operaciones con estructuras lógicas-verbales, e3) operaciones con estructuras lógicas-numéricas, y 3) almacenaje de la información: a) memorización de la experiencia organizada con ayuda de códigos lógico-verbales.
En el niño, como se ha mostrado, la formación de zonas secundarias que trabajan adecuadamente no podía ocurrir sin la integridad de las zonas primarias que constituyen su base, y el trabajo adecuado de las zonas terciarias sería imposible sin el desarrollo adecuado de las zonas corticales secundarias (gnósticas) que suministran el material necesario para la creación de síntesis cognitivas superiores. Una alteración de las zonas inferiores de los correspondientes tipos de córtex en la infancia debe conducir, por tanto, inevitablemente, a un desarrollo incompleto de las zonas corticales superiores y, consecuentemente, como Vygotsky (1934; 1960) expresó, la línea principal de interacción entre estas zonas corticales transcurre
" desde abajo hacia arriba ".
En correspondencia, en la persona adulta, con sus funciones psicológicas superiores completamente formadas, las zonas corticales superiores han asumido el papel dominante. Incluso cuando percibe el mundo que le rodea, la persona adulta organiza ( codifica ) sus impresiones en esquemas lógicos, los acomoda dentro de ciertos esquemas, que están subordinadas a ellas, y si las zonas secundarias están afectadas por una lesión patológica, las zonas terciarias tienen una influencia compensadora de su trabajo. Esta relación entre las zonas corticales, condujo a Vygotsky a la conclusión de que, en la última etapa de la ontogénesis , la línea principal de su interacción transcurre "desde arriba hacia abajo", y que el trabajo del córtex humano adulto revela, no tanto la dependencia de las zonas superiores sobre las inferiores como lo contrario, esto es, la dependencia de las zonas inferiores ( modalmente específicas ) de las superiores.
( Puede leer, si quiere, sobre la agnosia visual en
https://masters.oaid.uab.es/nnc/html/entidades/web/08cap/c08.html , y sobre las agnosias táctiles, auditivas verbales y auditivas musicales https://masters.oaid.uab.es/nnc/html/entidades/web/09cap/c09.html ; la segunda unidad funcional del cerebro la forman dos regiones semejantes de ambos hemisferios cerebrales, aunque, como veremos, las funciones secundarias y terciarias de ambos hemisferios, el derecho y el izquierdo, acaban con el tiempo siendo muy distintas).
Aquí les dejo un impresionante documento http://www.youtube.com/v/a8YXZTlwTAU , de un adulto autista, de nacionalidad inglesa, copiando en un enorme lienzo... ¡¡ la ciudad de Roma !! , después de sobrevolarla 45 minutos. Su nombre es el de Stephen Wiltshire ( aquí puede encontrarse información personal y de su obra gráfica ), al que han apodado como "la cámara humana", por la fidelidad de sus reproducciones. (1)
La segunda ley básica del trabajo del cerebro es la ley de la especificidad decreciente.
Esta ley es responsable de la transición desde la impresión discreta, desde el reflejo discreto, de datos particulares modalmente específicos de las áreas primarias, al reflejo integrado de esquemas más generales, propios de las áreas secundarias, hasta abstracciones aún más generales, de carácter simbólico, del mundo percibido.
Un buen ejemplo de desarrollo atípico de esta ley lo brinda Stephen Wiltshire; un sobredimensionamiento de la impresión discreta, directa, en las áreas primarias del córtex visual, de las imágenes percibidas de los edificios durante el vuelo, incorpora una perspectiva singular asociada, para cada una de las vistas sucesivas y distintas del mismo objeto, provocadas por las sucesivas visiones generadas por el movimiento del observador al desplazarse. Él ha elegido para cada edificio una de entre las muchas disponibles en su memoria visual. Sin embargo, sólo si el lienzo, reprodujera a escala la trayectoria del vuelo sobre la ciudad de Roma, las orientaciones de las fachadas de cada uno de los edificios se ajustarían a los ejes cardinales. Quizás es lo que han pretendido al disponer el lienzo de forma cóncava. Sólo así se respetarían las orientaciones reales de los edificios entre sí. Salvo que Stephen Wiltshire tuviera, además, la capacidad de ajustar la posición relativa de los edificios mediante rotaciones virtuales. Se aprecia en alguno de sus cuadros, donde aparecen personas, la dificultad que tiene para dibujar caras; también se aprecia en un vídeo el desvío de su ojo izquierdo hacia la zona nasal. Es verdaderamente impresionante su capacidad artística para el dibujo. Pero no crea que Vd. tiene menos facultades. El hecho de que Vd. pueda ver todo lo que tiene delante, y que podamos transmitir nuestro pensamiento, y recibir el ajeno, por medio de símbolos , no es menos notable, aunque la costumbre empañe lo que tiene de extraordinario.
Las zonas primarias de cada parte del córtex en este sistema, de la segunda unidad funcional del cerebro, posee una especialidad modal máxima. Esta propiedad es característica tanto de las áreas primarias (de proyección) del córtex visual (occipital) como de las áreas primarias (de proyección) del córtex auditivo (temporal) o sensorial general (postcentral o parietal). El hecho de que contengan gran número de neuronas con funciones altamente diferenciadas, modalmente específicas, confirma este punto de vista.
Las áreas corticales secundarias, en las cuales predominan las capas superiores con sus neuronas asociativas, poseen esta especificidad en un grado mucho menor. Mientras conservan su relación directa con los extremos corticales de los analizadores correspondientes *, mantienen su función gnóstica modalmente específica, integrando en algunos casos información visual (áreas occipitales; observe en www.wanprc.org/luria/ cómo encima del área visual primaria 17, hay una superestructura de áreas visuales secundarias 18 y 19, cada una en íntimo contacto con los extremos corticales de la anterior, con el límite de la anterior ); el córtex auditivo** y el córtex sensorial general*** están construidos con el mismo principio que el córtex visual ( **observe en
www.wanprc.org/luria/ cómo encima del área primaria 41 se superponen las áreas auditivas secundarias 22 y parte de la 21), (***observe en www.wanprc.org/luria/ cómo encima del área primaria sensorial general (parietal), se superponen las secundarias 1, 2 y 5 y parte de la 40 ).
Cada una de estas áreas secundarias debe ser considerada como el parato cortical central de un analizador modalmente específico. Cada una de las zonas primarias deben ser consideradas como zonas de proyección pues tienen una estructura topográfica precisa. Esto quiere decir que la estimulación de la parte superior del área 3 origina la aparición de sensaciones en los miembros inferiores, la estimulación de las partes medias origina sensaciones en los miembros superiores, de la zona contralateral del cuerpo, y la estimulación de puntos de la parte inferior de esta zona produce sensaciones correspondientes en las áreas contralaterales de la cara, labios y lengua. Los campos derechos de visión de ambos ojos están representados únicamente en el hemisferio izquierdo y los campos izquierdos de visisón de ambos ojos están representados en el hemisferio derecho, en sus correspondientes zonas de proyección. En cambio los sistemas del órgano de Corti, auditivos, de cada lado, están representados en las zonas de proyección del córtex auditivo de ambos hemisferios. Las partes del órgano de Corti que responden a los tonos altos están situados en las partes mediales, mientras que las fibras que responden a tonos bajos se localizan en las zonas laterales del giro de Heschl (giro transversal de Heschl, área 41).
La tercera ley que gobierna el trabajo del cerebro es la ley de la lateralización progresiva.
Las áreas corticales primarias de ambos hemisferios cerebrales son de proyección somatotópica y tienen roles idénticos en ambos hemisferios.
La situación es distinta para las secundarias y terciarias. Con la aparición de la predominancia de la mano derecha y la especialización del hemisferio izquierdo en el lenguaje, aparece una lateralización que no se observa en los animales, pero que en el hombre ha llegado a ser un pincipio importante de la organización funcional cerebral.
El hemisferio izquierdo (dominante en los diestros) comienza a ejercer un rol esencial no sólo en la organización del lenguaje sino también en la organización cerebral de todas las formas superiores de actividad cognitiva conectadas con el lenguaje - la percepción organizada en esquemas lógicos, la memoria verbal activa, el pensamiento lógico - mientras que el hemisferio derecho ( no dominante ) comienza a ejercer un rol subordinado en la organización de estos procesos, o bien no ejerce ninguno.
Este principio de lateralización de las funciones corticales superiores en el córtex cerebral comienza a actuar sólo con la transición a las zonas secundarias y, en particular, a las terciarias, a las que concierne principalmente la codificación ( organización funcional) de la información que llega al córtex, efectuada en el hombre con ayuda del lenguaje.
El rol director del hemisferio izquierdo (dominante) es una de las características más importantes que distinguen al cerebro humano, como órgano de la actividad mental, de la de los animales, cuya conducta no está organizada con la íntima participación de la actividad del lenguaje.
Debe recordarse, no obstante, que la ley de lateralización es de carácter sólo relativo, pues aproximadamente, en un 10% de los sujetos, la dominancia del hemisferio izquierdo está ausente.
( Continuará )

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno